En el Inkario uno de los más
importantes edificios sobre la gran Plaza del Qosqo fue el Aqllawasi o Casa de
las Escogidas o Vírgenes del Sol; una especie de Monasterio Andino para mujeres
escogidas entre las más bellas, virtuosas y de linaje de todo el territorio
Quechua. Ellas estaban dedicadas al culto del Dios Sol, la preparación de sus
ceremonias, el tejido de vestimenta para el Inka y aquella ofrendada a los
dioses, la preparación del "Sanqhu" o pan ceremonial (un equivalente
a la hostia en el cristianismo) consumido en las festividades del Inti Raymi y
la Situa, y la elaboración del "Aqha" o chicha sagrada. Esas mujeres
guardaban perpetua virginidad y además debían mantener en su monasterio
encendido y por todo el año el Fuego Sagrado producido en el Inti Raymi; las
doncellas que habitaban el Aqllawasi tuvieron dos categorías: las hijas de
Quechuas nobles de sangre consideradas como esposas del Sol que tenían mayor
categoría que aquellas de nobles de privilegio que se consideraban esposas del
Inka. Todas estuvieron instruidas y cuidadas por las "Mamakuna"
especie de sacerdotisas de las más veteranas expertas en quehaceres domésticos
y ceremoniales; ningún varón podía verlas, ni aún el propio Inka, sólo la
"Qoya" o esposa principal del Inka y sus hijas podían visitarlas. De
acuerdo a la ley, si algún varón tenía relaciones con una escogida, entonces
él, su familia, sus vecinos y todo su pueblo eran eliminados al igual que su
ganado, su pueblo era sembrado de sal por haber criado a un tan mal hijo;
Garcilaso indica: "Esta era la ley, pero nunca se puso en práctica, porque
jamás se supo que alguien hubiese delinquido... Los Incas nunca promulgaron
leyes para asustar a sus vasallos, ni para que las burlasen, sino para
ejecutarlas y aplicarlas con quien se atreviese a quebrantarlas.". El
edificio del Aqllawasi cubría un bloque inmenso y estuvo ubicado en el mismo
lugar donde hoy se halla la Iglesia y Monasterio de las Monjas Dominicas de
Santa Catalina del Qosqo y muchos otros edificios adyacentes de propiedad
privada.
Fue doña Lucía Isabel Rivera de
Padilla quien en 1601 fundó en esta ciudad el Monasterio de Santa Catalina
luego de la amarga experiencia de ver destruido por la erupción del volcán
Waynaputina en Arequipa el monasterio que había fundado en 1559.
Posteriormente, aquí se construyó también la primigenia iglesia que al igual
que el monasterio fueron derruidos por el terremoto de 1650, un año después se
inició con la actual estructura siendo concluida después de cortos 4 años. Los
retablos que se hallan en la iglesia y monasterio fueron tallados por diversos
artesanos locales en la segunda mitad del siglo XVII; por su parte son
importantes los trabajos pictóricos de escuela cusqueña por autores anónimos,
resaltando dentro de la iglesia la colección ejecutada por Juan Espinoza de los
Monteros representando la vida de Santa Catalina y la Virgen de los Remedios en
la Fundación del Monasterio; además Lorenzo Sánchez Mefecit, otro pintor
cusqueño realizó el enorme lienzo de la Asunción de la Virgen y otro que
representa la Glorificación de Santa Catalina.
Arquitecto Inti Barreto
Fuente: Cusco esplendor de la la arquitectura virreinal
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