Monasterio de Santa Catalina de Sena
En la época de los incas el lugar de este monasterio y de
las adyacentes lo ocupaba el conjunto de recintos llamado Aqllawasi, lo cual en
quechua significa "la casa de las escogidas".
El monasterio de Santa Catalina de Sena fue fundado en 1601
en la ciudad de Arequipa, pero pronto fue trasladado al Cusco a causa de una
serie de devastadoras catástrofes naturales, que sucedieron en Arequipa a los comienzos del
siglo XVII, la iniciativa de la fundación pertenecía a la viuda doña Isabel
Rivera de Padilla de Arequipa, poseedora de una gran fortuna. En febrero de
1605 llegaron al Cusco las primeras 25 monjas profesas. Después de varios
traslados dentro de la ciudad, el monasterio se estableció en el lugar del
antiguo Aqllawasi. Probablemente, en la elección del sitio se tomó en cuenta la
anterior función.
En 1650 el nuevo Monasterio, al igual que muchas otras
nuevas edificaciones del Cusco, fue destruido por un gran terremoto. Los
trabajos de reconstrucción comenzaron al año siguiente con la fundación del
nuevo templo que permanece en pie hasta el día de hoy. Es un sencillo edificio
de una sola nave que se extiende a lo largo de la fachada noreste del
Monasterio. En el se encuentra la imagen de la Virgen de los Remedios, patrona
y protectora del Monasterio desde el momento de su fundación, objeto de gran
devoción de los cusqueños.
SANTA CATALINA DE SENA
(1347, Sena Italia 1380, Roma)
Catalina Benincas, penúltima de los veinticinco hijos de un
próspero matrimonio burgués, a los dieciséis años tomó el hábito de los
Terciarios Dominicos, contra la voluntad de sus padres. Se hizo conocida por su
piedad cuidando a los enfermos en los tiempos de la peste. Tuvo numerosas
experiencias místicas y fue autora de muchos escritos, aunque tenía que
dictarlos, por ser analfabeta la mayor parte de su vida. Su obra más famosa es
el Dialogo o Tratado de la Divina Providencia. En la última década de su vida
Santa Catalina participó en la actividad política de Europa cumpliendo en
reiteradas ocasiones el papel de embajadora de paz. Murió a los treinta y tres
años y fue canonizada en 1461 por el Papa Pío II. En 1970 fue oficialmente
reconocida como una de las primeras mujeres doctoras de la Iglesia.
En el Monasterio de Santa Catalina del Cusco actualmente
viven trece monjas profesas de la vida contemplativa. Son seguidoras de las
primeras monjas de la Orden de Predicadoras (Orden Dominica) del Monasterio de
Prulla, fundado en el año 1207 por Santo Domingo de Guzmán. Su principal tarea
espiritual es la de ayudar con sus oraciones a la misión evangelizadora de los
frailes y la Iglesia. El reglamento de la Orden presupone una estricta
clausura, aunque esta limitación se ha ido suavizando en las últimas décadas.
Su hábito es de colores blanco y negro, según la tradición de la Orden de
Predicadores. Sus celdas están ubicadas en los dos claustros interiores detras
del templo. Desde los tiempos virreinales las monjas de Santa Catalina eran
conocidas por sus sofisticados bordados de vestimentas litúrgicas y ropa de
santos y por su deliciosa repostería.
La parte del monasterio abierta al público contiene valiosas
colecciones de pintura y escultura virreinal (mayormente de la renombrada
Escuela Cusqueña), tapices, muebles y vestimentas litúrgicas y otros objetos de
artes aplicadas a las épocas colonial y republicana. Actualmente las
exposiciones permanentes del Monasterio están en proceso de renovación y
mejoramiento.
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